sábado, 26 de mayo de 2007

Desde el cielo

Hace mucho, mucho tiempo (aun cuando el tiempo no era tiempo) se sentó Dios frente a su computadora y empezó a escribir lo que seria “El Libro de La Vida”. Comenzó así:

Día uno: Crear los cielos y la Tierra.
Día dos: Llamar a la luz.

Y así continúo escribiendo, hasta que la Tierra se convirtió en el más maravilloso edén, cubierto de océanos, arboles, tierras fértiles, lagos, ríos, días, noches…
Aparecieron luego bestias que llenaron los mares, aves que cubrieron los cielos y animales que habitaron la Tierra.

Entonces decidió crear un hombre a su imagen y semejanza y de la costilla de este creo a la mujer para que lo acompañe en su aventura. Continuo así escribiendo ese infinito libro que cada tanto releía y adulaba satisfecho. Pero los hombres, no decidieron seguir al pie de la letra ese magistral escrito. Este seria el comienzo de una gran historia que se lleno por momentos de alegrías, por momentos de tristezas, de compañías y de soledades, de encuentros y desencuentros, de amores y de odios, de lagrimas y sonrisas, de sueños y pesadillas, de todo lo bueno y lo malo que en este momento llena mi imaginación.
Decidió entonces, tratar de acomodar las cosas para no quitar esa libertad divina que habían adquiridos los hombres, pero tratando de que aprendan las lecciones de la vida y así dejar de lado las oscuridades, llenando ellos mismos la Tierra de velas que iluminen entre las personas como estrellas en la noche.

Dios se daba cuenta que mientras mas pasaba el tiempo, las cosas se iban complicando de una manera casi irremediable. Fue tomando así las líneas que se habían formado desde aquella primera pareja Adán y Eva, y ayudo a los hombres colocando El mismo las velas, que llenarían los hogares de ventura. Pero esas velas no son de cera, son personas como nosotros, así de bellos y llenos de luz, sueños, sonrisas, amor. De esta manera, cada linaje fue encontrando su rumbo y comenzando una nueva partida hacia el tan deseado y casi perdido edén del principio de los tiempos. Siguió así, hasta que encontró una piedra en el camino que parecía imposible de correr. Una línea, una familia, en la que todos corrían ciegos, por caminos inexistentes, con piernas de material, confundidos y sin ganas o sin saber como prender la vela, su vela. Intento por todos los medios de mostrarles la manera de salir de ese laberinto inventado por ellos, pero sin resultado alguno.

Ya sin soluciones decidió prender la mas hermosa, brillante, dulce y alegre vela, capaz de irradiar luz y capaz, no de cambiar el pasado, si no de transformar el presente para que pueda existir un futuro habitable; que guardaba para una situación especial.
El trabajo de esa vela fue duro, tanto que se hicieron incontables los ventarrones que intentaron apagarla, por fortuna sin conseguirlo. No, no por fortuna, sino gracias a Dios que no dejo en ningún momento que deje de brillar. Muchas veces con mas intensidad que otras, pero siempre se mantuvo encendida.

Hoy 9 de noviembre de 2000, hace exactamente 41 años que fue encendida y recibió un nombre y apellido para ser reconocida por todos, sin necesidad de fama o fortuna material. Todavía sigue brillando, y le queda mucho tiempo para seguir haciéndolo, pero con la tranquilidad de que puede soportar cualquier tormenta por mas fuerte que sea.
Ahora Dios espera tranquilo frente a su computadora, que esa luz vuelva a El tan llena como un día decidió dejarla en la Tierra.

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